Según las cifras recogidas por la fundación pontificia Aid to the Church in Need (ACN), un total de 132 sacerdotes y religiosos católicos fueron detenidos, secuestrados o asesinados durante 2023. En 2022, el número de casos individuales había sido de 124. Estos son, sin embargo, sólo los casos confirmados; el número podría ser mayor, ya que en algunos países es difícil obtener información fiable.
En 86 de los casos se trataba de sacerdotes y religiosos bajo arresto. Nicaragua y Bielorrusia encabezan la lista de regímenes autoritarios que han recurrido a la detención de representantes de la Iglesia para castigar a la institución por denunciar injusticias y violaciones de los derechos humanos o, simplemente, por intentar actuar libremente. Algunos de los que figuran en la lista ya habían sido detenidos o secuestrados antes de que comenzara el año, y permanecieron detenidos o desaparecidos durante todo o parte de 2023. En 2022 habían sido 55 los sacerdotes, seminaristas o religiosos detenidos en el transcurso del año.
Un total de 46 clérigos permanecieron detenidos en algún momento durante 2023 en Nicaragua, entre ellos, dos obispos y cuatro seminaristas, mientras que otros, incluidas religiosas como las Misioneras de la Caridad, fueron expulsados del país o se les denegó la entrada tras una estancia en el extranjero. Muchos de los sacerdotes detenidos fueron finalmente puestos en libertad o enviados al exilio, pero una fuerte represión en las dos últimas semanas de diciembre condujo a la detención de al menos 19 sacerdotes -uno de ellos, Mons. Isidoro de Carmen Mora Ortega-, obispo de Siuna. Sólo dos de ellos han sido puestos en libertad. Los 17 restantes, así como Mons. Rolando Álvarez -detenido en agosto del 2022 y condenado posteriormente a 26 años de prisión- siguen detenidos.
Aunque contrastar la información en este país resulta casi imposible en China, las cifras de ACN apuntan a que, durante el transcurso de 2023, 20 sacerdotes habrían estado arrestados en algún momento. Algunos de ellos, llevan desaparecidos desde hace años. Sin embargo, la cifra real podría ser superior o también ligeramente inferior, pues algunos sacerdotes y obispos podrían haber sido puestos en libertad sin que se hayan hecho públicos los detalles.
Otro país que ha recurrido a detenciones para intentar silenciar a sacerdotes es Bielorrusia, donde al menos diez fueron detenidos por las autoridades en 2023 y tres seguían tras las rejas a finales de año.
Los padres Ivan Levitskyi y Bohdan Heleta – dos sacerdotes greco-católicos detenidos en Ucrania en 2022 por las fuerzas de ocupación rusas- tampoco han sido liberados todavía.
Y en la India, donde las leyes anti-conversión continúan utilizándose para intentar impedir la labor de las organizaciones católicas, al menos cinco sacerdotes y una religiosa fueron detenidos a lo largo del año. Entretanto, todos han recuperado la libertad, aunque algunos todavía se enfrentan a cargos que pueden acarrear penas de prisión.
Disminuyen los secuestros, pero siguen siendo preocupantes
El número de sacerdotes y religiosas secuestrados en 2023 descendió a 33 frente a los 54 de 2022, pero sigue siendo significativo. Esta cifra incluye a cinco sacerdotes secuestrados en años anteriores, pero que en 2023 seguían en manos de sus captores o en paradero desconocido, como el padre Hans-Joachim Lohre, secuestrado en Malí en 2022 y liberado en noviembre de 2023.
Infografía de sacerdotes y religiosos detenidos, asesinados o secuestrados en 2023.
Nigeria encabeza con enorme diferencia la lista con 28 casos, incluidas tres religiosas. Los otros países son: Haití, con dos sacerdotes secuestrados, Malí y Burkina Faso con uno cada uno. En Etiopía fue raptada una religiosa.
En Nigeria, un novicio benedictino fue asesinado por sus secuestradores. En los demás casos, la gran mayoría de los secuestrados fueron liberados, con la excepción de cuatro sacerdotes: John Bako Shekwolo de Nigeria y Joël Yougbaré de Burkina Faso, desaparecidos desde 2019, y Joseph Igweagu y Christopher Ogide, ambos de Nigeria, de los cuales no se sabe nada desde 2022.
Este es el segundo año que ACN realiza un seguimiento de todos los secuestros, asesinatos y detenciones de sacerdotes, seminaristas y religiosos católicos en todo el mundo. En cuanto a las detenciones, la fundación pontificia internacional registra sólo aquellas que están relacionados con la persecución, y no con casos probados de delincuencia común. Los casos relacionados con miembros de otras confesiones tampoco se tienen en cuenta.
Nigeria es el país con mayor número de asesinatos
Trágicamente, en 2023, muchos representantes de la Iglesia pagaron un alto precio por su compromiso con el bien común, los derechos humanos, la libertad religiosa y la libertad de las comunidades y naciones a las que sirven. En 2023, 14 fueron asesinados, entre ellos, once sacerdotes, un obispo, un religioso y un seminarista. Esto supone un descenso respecto a los 18 registrados en 2022. Según los datos de los que dispone ACN, en 2023 ninguna religiosa fue asesinada.
Siete de los asesinatos se produjeron en circunstancias poco claras o no directamente relacionadas con un incidente confirmado de persecución. Entre ellos, se encuentran un obispo y un sacerdote en EE. UU., un sacerdote de Colombia, Burkina Faso, Nigeria y México respectivamente, así como un religioso en Camerún.
De las otras siete muertes directamente relacionadas con la persecución, Nigeria vuelve a ser el país con el mayor número, con tres asesinatos. El padre Isaac Achi murió brutalmente asesinado en enero, cuando no logró escapar de su residencia incendiada en un ataque, el seminarista Na’aman Danlami sufrió la misma suerte en septiembre. Poco después, en octubre, Godwin Eze, un benedictino secuestrado junto con dos novicios, fue asesinado por sus secuestradores.
Algunos de los asesinatos se han clasificado como motivados por la persecución, pese a que los motivos no están claros. El padre Pamphili Nada fue asesinado en Tanzania por un hombre con problemas mentales. En México, el padre Javier García Villafaña fue hallado muerto a tiros en su coche, sin que se sepa el autor de los hechos, en una región en la que el crimen organizado es habitual y donde quienes se manifiestan contra él se convierten a menudo en blanco de los cárteles de la droga. Y en diciembre, el anciano misionero belga Leopold Feyen, conocido localmente como Pol, fue asesinado a puñaladas por hombres armados que irrumpieron en su casa en la República Democrática del Congo, donde llevaba trabajando desde hacía décadas.
Por Filipe d’Avillez.