El obispo hondureño José Antonio Canales, actual líder de la diócesis de Danlí y secretario general del Secretariado Episcopal de América Central (Sedac), se pronunció con firmeza sobre el destierro del obispo Carlos Herrera, quien recientemente fue expulsado de Nicaragua por el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo.
Canales reveló que, antes de su destierro, Monseñor Herrera había enviado varias cartas al alcalde de Jinotega, Leónidas Centeno, solicitando que se retiraran los parlantes instalados frente a la iglesia, los cuales causaban una gran bulla durante los eventos organizados por la alcaldía.
Herrera, quien también presidía la Conferencia Episcopal de Nicaragua, fue forzado a abandonar el país y trasladarse a Guatemala, tras haber criticado la desmesurada bulla durante una actividad oficial en Jinotega, justo cuando él celebraba una misa en la catedral el pasado 10 de noviembre de 2024.
«Él, Rosario y Daniel darán cuenta un día ante el Tribunal de Dios por la infamia de haberlo desterrado», expresó Canales a través de sus redes sociales, refiriéndose al alcalde Leónidas Centeno y a la pareja dictatorial.
El régimen sandinista ha emprendido un ataque sistemático contra la Iglesia Católica, por lo que el destierro es parte de una serie de represalias en contra de los líderes religiosos que se oponen a sus políticas.
Destierro recibe condena internacional
La noticia del destierro de Monseñor Herrera fue confirmada la semana pasada por el Vaticano, lo que generó una ola de condenas tanto a nivel nacional como internacional.
La semana pasada, la Conferencia Episcopal de Panamá también se unió al rechazo del destierro de Monseñor Herrera calificándolo como un «atentado contra la dignidad» del pueblo nicaragüense.
A nivel internacional, el subsecretario de Estado para Asuntos del Hemisferio Occidental de Estados Unidos, Brian A. Nichols, también condenó la expulsión de Herrera, destacando la gravedad del ataque contra los derechos fundamentales y la libertad religiosa en Nicaragua.
Nichols expresó su preocupación por el exilio forzado del obispo y recordó que la mitad de los obispos de Nicaragua no pueden regresar a su país debido a la represión del régimen de Ortega.
El régimen de Ortega, acusado de violaciones a los derechos humanos, ha intensificado su hostigamiento hacia los líderes eclesiásticos que han sido críticos de su gobierno desde 2018.