La dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo asestó un nuevo golpe a la Iglesia Católica nicaragüense, al desterrar a la hermana misionera Azucena Bracamonte Valle, una religiosa de 57 años, originaria de Río Blanco, Matagalpa, quien no pudo retornar a su país.
La religiosa fue impedida de abordar un vuelo con destino a Nicaragua, el pasado 5 de diciembre de 2024, mientras se encontraba en México.
Según la página de Facebook del Canal RB3 TV, del periodista exiliado David Mendoza, originario de Río Blanco, indica que las autoridades migratorias mexicanas, informaron a la hermana Azucena que se le había prohibido la entrada a Nicaragua por orden del régimen orteguista, bajo la acusación de traición a la patria. Esta decisión arbitraria priva a la religiosa de su derecho a regresar a su país natal y a reunirse con su familia, con quienes tenía previsto pasar dos meses de vacaciones.
La hermana Azucena, quien llevaba dos años fuera de Nicaragua, se convierte en una víctima más de la creciente represión del régimen Ortega. Su caso se suma a la larga lista de religiosos, activistas y opositores políticos que han sido exiliados, encarcelados o perseguidos por el régimen.
En la V entrega del estudio ‘Nicaragua: ¿Una Iglesia perseguida?’, de la investigadora nicaragüense exiliada Martha Patricia Molina, indica que 91 religiosas fueron obligadas al exilio o han sido expulsadas de Nicaragua, desde que estalló la crisis social y política en abril de 2018. El dato abarca hasta el primer semestre de este 2024.
En la víspera de finalizar el segundo semestre la cifra de religiosos expulsados aumentó.